EL CAMINO A LA INESTABILIDAD POLÍTICA Y SOCIAL
Revisando las posturas sociales e ideológicas en el país hace dos años exactamente señale históricamente que a finales de los setenta, el país pasaba por una gran crisis política y social, la dictadura militar ya no daba para más y las grandes huelgas de los maestros, que contaba con el respaldo mayoritario de la población, arrinconaban al gobierno de Bermúdez.
En ese tiempo la figura de un profesor del sur Horacio Zeballos lideraba la gran protesta reivindicativa de los profesores que en 1978 iniciaron una larga huelga que concluye con la firma de un acta donde el gobierno se compromete a dar reconocimiento al gremio sindical, nombramientos e incremento de sueldos a los profesores; ante el incumplimiento de estos acuerdos se reinició la huelga indefinida al año siguiente.
Sin embargo, paralelamente aprovechando todo este descontento nacional, e infiltrados en estas masivas manifestaciones, grupos radicales que con un lenguaje seductor hacia estas demandas sociales, ganan espacios en colegios y universidades, iniciando uno de sus actos de terror con la quema de las ánforas y cédulas de votación en el pueblo ayacuchano de Chuschi. Después de eso, todos los peruanos de esa época vivimos doce años en carne propia el terror que puede llevar ideologías extremas.
Han pasado 40 años en que vivimos en democracia y 28 años en que los peruanos derrotamos al terrorismo; sin embargo, preocupa ver cómo la historia se repite; grupos radicales han tomado universidades y colegios y pregonan abiertamente ideologías proscritas que envenenan a jóvenes universitarios, existen tendencias claramente radicales que no permiten entendimiento alguno, ya que los apóstoles de la violencia buscan radicalizar todas sus medidas, porque solo sembrando terror pueden viabilizar su proyecto político.
Tenemos un gobierno que se cae y pierde legitimidad aceleradamente, cuyo mensaje solo ha generado desconfianza, decepción e incertidumbre en las personas, donde la gente siente que cada día le es difícil conseguir empleo, que el Estado está ausente y no lo defiende y donde muchos de ellos ya vendieron su ingreso futuro a un banco.
El mismo camino de la inestabilidad política y social de los ochenta, se repite en este nuevo siglo; existe justificado descontento social que inflama y da cobijo a actitudes radicales; los embajadores del terror, hoy libres, dan cátedras envenenando abiertamente a los jóvenes de hoy. Todos los actores políticos deben respaldar y sostener la gobernabilidad del país, solo basta con mirar nuestro pasado. Dios y los peruanos no quieran que la historia de terror que vivimos se repita. El covid19 solo ha adormecido a los partidos democráticos, los extremistas siguen haciendo su trabajo.